En Abril del 2003, los EEUU, Gran Bretaña y otros aliados, entre ellos la España que gobernaba entonces José María Aznar, invadieron Iraq. Aznar perdió las Elecciones por ello.
Desde antes de la invasión a Iraq, a lo largo del 2003, en España hubo multitudinarias manifestaciones en contra de la participación española en la guerra de Iraq. Llegó a haber un millón de personas manifestándose en Madrid y la misma cantidad en Barcelona, el mismo día.
El 11 de Marzo de 2004, tres días antes de las Elecciones Generales para elegir nuevo Gobierno, se produjo un atentado terrorista cometido por emigrantes marroquíes residentes en España. Fue en la estación de trenes de Atocha, contra población civil, provocando 200 muertos y más de 300 heridos.
El entonces Gobierno de Aznar y su ministro de Interior, Acebes, intentaron inculpar a ETA del atentado para desviar la atención de la polémica presencia española en Iraq y así no perder las Elecciones. Pero en la noche anterior a las mismas (del 13 al 14 de marzo), gracias a filtraciones de la investigación y a los medios de comunicación internacionales, trascendió a la población que la Policía tenía ya dos detenidos, que al-Qaeda reivindicaba el atentado, y que se seguía la pista de árabes que vengaban la invasión de Iraq.
En la tarde y noche del 13 de Marzo 2004, los ciudadanos iniciaron una auténtica REBELIÓN en las calles de Madrid, Barcelona, La Coruña y otras ciudades españolas con concentraciones frente a las sedes del partido gobernante, el PP. (Testimonios noche pre-electoral 13-M)
Los medios de prensa recibieron orden de no informar, pues se temía el contagio y que la población enfurecida tomase las calles y asaltase las sedes del PP, la víspera antes de las Elecciones.
Así, la actitud soberbia y autoritaria del PP de Aznar que había desoído las manifestaciones de la población, la indignación por el atentado y el intento de falsear el origen del mismo, estuvo a punto de provocar una Revolución o una Revuelta violenta, que habría podido acabar con las Elecciones. Los ciudadanos ya no confiaban en sus políticos y la rabia inundó las calles al grito de “Vuestra guerra, nuestros muertos”.
Yo fuí testigo de la concentración espontánea convocada en Madrid por mensajes de móviles (sms), en la tarde del 13 de Marzo, frente a la sede de la calle Génova del PP en Madrid. La crispación fue tal que la Policía antidisturbios sabiamente no intentó disolverla y se limitó a proteger el edificio del PP. Los jefes policiales desoyeron las exigencias del violento Ministro de Interior, Acebes.
Dicha manifestación no autorizada recorrió luego el centro de Madrid, mientras se le sumaban los jóvenes que estaban en las zonas de “marcha” (bares del centro). La Manifestación volvió a subir de Atocha, ocupando ya los dos carriles del Paseo del Prado, de vuelta a Colón y la sede del PP.
Los Jefes de Policía desaconsejaron al sanguinario Ministro de Interior, Acebes, atacar en esta ocasión a los manifestantes, como se venía haciendo habitualmente contra las muchas manifestaciones anteriores al atentado, pues ahora los ciudadanos (faltaban 200), habían perdido el miedo y un intento de represión hubiese provocado resistencia y más muertos.
Se filtró a internet la foto de una nota arrugada de prensa de la cadena de Radio SER, que había sido arrojada a la papelera y decidido no emitirse en lo que los mandos policiales y el Rey negociaban con Acebes. Según la nota, el Rey se negaba a firmar un decreto suspendiendo las Elecciones, cosa que intentaban desde el Ministerio del Interior y los dirigentes del PP de Aznar, para así evitar su debacle.
Las Elecciones se celebraron el 14 de Marzo del 2004 y el PP las perdió, debido a que había llevado a los españoles en contra de su voluntad mayoritaría -expuesta en multitudinarias manifestaciones-, a la guerra e invasión de Iraq, lo cual dejó además de las víctimas de Iraq (un millón), casi 200 muertos en Madrid.
Por Antonio Romea
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Artículo, que escribí poco después del 11-M 2004 y que ningún periódico con los que colaboro se atrevió a publicar entonces. Lo reproduzco a continuación:
LOS PECADOS DE AZNAR
Pues yo, ahí donde lo ven, creo que el Sr. ex Presidente, probablemente tenga razón en sus declaraciones sobre la influencia electoral del 11-M, aunque puede que también haya omitido los hechos anteriores al triste atentado de Madrid.
Recuerdo los discursos electorales de Rajoy, en que decía: “Miren Vds. quien está en condiciones de garantizar las pensiones”, el déficit cero, ETA combatida con leyes y no con pistoleros del GAL, etc. Parecía que la intención de voto se decantaba a favor del PP. La guerra colonial se percibía lejana y más cercano permanecía el recuerdo de la década de la corrupción en que el PSOE nos envió a hablar con nuestro Banco si deseábamos tener la jubilación por la que cotizábamos, o el hundimiento de las pequeñas empresas, o la generación LOGSE de analfabetos funcionales (los alumnos damnificados no comprenden las ideas principales de un texto, o sea no saben leer; ni expresarse por escrito, y no me refiero sólo a la ortografía), o el déficit de la Seguridad Social, etc.
La mayoría había olvidado ya la guerra en la que Aznar nos metió, contra la voluntad expresa de la mayoría de la nación, hasta que la guerra salpicó de sangre las aceras de mi barrio. Y es que yo, vivo en Atocha, Sr. ex Presidente.
En contra de lo que afirma Bush, el hecho es que el mundo era más seguro y pacífico antes de que invadiese Iraq, violando la legalidad de la ONU. La guerra colonial en Iraq ha aumentado tanto la resistencia armada al invasor, como el terrorismo islámico internacional, fenómenos que no son lo mismo.
No se encontraron armas de destrucción masiva, pues están casi todas en Israel. Fue una invasión ilegal e inmoral. Era así de simple y clásico: un imperio incontestado desde la caída de la URSS, anda en busca de colonias: exportación de capitales, adquisición de territorios y recursos naturales.
Y aquí, mire otra vez por donde, también tengo que dar la razón a Sr. Rubalcaba, esa voz amable e inteligente del PSOE, cuando le replica a Vd. que sigue como antaño, apartado de la sociedad española y de la voluntad de los españoles.
Los españoles estuvimos en contra de participar en esa guerra. Y Ud. lo sabe, Sr. Aznar. Lo sabe, porque ordenó a Acebes que linchase a los manifestantes pacíficos en Madrid -yo lo ví-, donde, a la vez que en Barcelona, salieron a las calles un millón de personas. También se lo expresaron multitudes en muchas otras ciudades en España y a la vez que en el resto del Mundo.
Ud. perdió la sensibilidad democrática entonces, Sr. ex Presidente. Más aún, en ese momento, se desvinculó de la nación entera, porque España, a la que Ud. decía tanto amar y deseaba hacer grande, no es Ud., ni sus ambiciones personales, ni su deseo de ser un gran estadista y codearse con Bush. No señor, todo eso es un pecado de Vanidad.
España es la sociedad civil y cívica que confió en Ud., y no el Estado que gobernó para acabar dejándolo en situación de guerra. España son los 192 pasajeros de Atocha.
Pero Ud., señor ex Presidente, a quien creíamos católico, también desoyó –junto con Trillo, miembro del Opus Dei- la exhortación a la Paz del Santo Padre. Quizá hizo entonces suya la máxima de Mussolini de que “a algunos pueblos hay que hacerles grandes, aunque sea a patadas en el trasero”. Pero eso es otro pecado: Soberbia.
Por todo ello, Sr. ex Presidente, Ud. fue drásticamente expulsado del Gobierno por una nación sensata. Pero también ha infligido un daño que tardará en ser reparado al PP, a sus correligionarios, y a dirigentes como Rajoy, Gallardón o al “exiliado” Rato. Con ese desprecio a la voluntad del pueblo, ha hipotecado –quizá para largos años-, el prestigio de buen gestor de la Economía del PP; partido que es, no lo olvidemos, la única alternativa para cuando el PSOE se desgaste.
Habiendo desoído y defraudado a España, a la Fe Católica y a su propio Partido... No haga más daño, Sr. ex Presidente. Sea discreto y lo seremos nosotros. Y la Historia le recordará, en palabras del periodista José María Carrascal, como “un Presidente al que no le salieron bien sus cálculos”. Y por las noches, cuando vanidad y soberbia le acosen, sea humilde y bondadoso. Reflexione, Sr. ex Presidente, y rece, rece mucho, porque faltan 192 de entre nosotros.
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ESCRITO EN 2004 por Antonio Romea.
Traductor Jurado de ruso, Arabista (UAM) y Analista de Política Internacional (UCM).
Fue delegado en Moscú de la Univ. Complutense de 1991-96.
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