Intereses Comunes :
Ya hemos expuesto algunos de los objetivos a principales de la política exterior rusa : mejora general de relaciones políticas y económicas, acceso a países ex enemigos de la URSS y recuperación de su influencia sobre países ex soviéticos. Respecto a este último aspecto le ha sido de gran ayuda la buena relación estratégica que mantiene con el vecino iraní, especialmente para recuperar influencia en el Cáucaso y Asia Central. De ello se desprende una importancia añadida a los beneficios meramente bilaterales entre estos dos gigantes regionales, por su potencial humano y económico, como son la Federación Rusa y la República Islámica de Irán.
Irán es el país más importante para Rusia en todo el Oriente Medio, es un país además de transición hacia el Asia Central, región en la que respecto a Pakistán, Afganistán y Tadzhikistán los rusos y los persas comparten preocupaciones e intereses en una mayor estabilidad y menos influencia talibán y del integrismo sunní que avala Pakistán.
Irán mantiene además excelentes relaciones con los países del Cáucaso y el Asia Central ex soviética, siendo después de Rusia, posiblemente el país con mayor peso en la región, seguido de Turquía, China, EEUU o Arabia Saudí.
Existen diferencias entre Irán y Rusia respecto a la guerra de Chechenia y a los proyectos de construcción de oleoductos para exportar el crudo de las citadas regiones centroasiática y caucasiana, ya que Moscú desea que pase por el actual de Novorossisk, mientras que el proyecto de Teherán atraviesa su territorio hasta desembocar en sus instalaciones portuarias. Sin embargo Rusia ve en Irán un socio comercial sólido y solvente, tanto para instalaciones industriales, centrales nucleares de uso civil, como para armamento ; y valora las relaciones con Irán como un símbolo de su independencia con respecto al criterio de EEUU en política internacional. Mientras que tanto Rusia como Irán desean contrarrestar la presencia de Turquía y del Gobierno talebán en la región.
Antecedentes históricos :
A lo largo de todo el siglo XIX, Persia, al igual que hemos dicho de los territorios del Imperio Otomano, fue zona limítrofe y de fricciones entre los Imperios Ruso y Británico. Los cosacos “donados” por el zar constituían el Ejército que defendía el territorio, con mayor fidelidad al Kremlin que a Teherán, mientras que los británicos construyeron los ferrocarriles y controlaron el comercio y las actividades portuarias.
Hasta tal punto llegó la influencia rusa sobre Persia -donde todavía hoy toman el té usando el samovar ruso-, que en 1921, después de ocurrida la Revolución bolchevique en Rusia, el oficial en Jefe de las tropas cosacas establecidas en Persia, Reza Jan dió un golpe de Estado contra los intentos británicos de establecer allí un protectorado. Reza Jan quiso proclamar también una república independiente, pero en la ciudad sagrada de Qom se entrevistó con los ulemas chiítas , quienes temían el ejemplo laico de la vecina Turquía de Kemal Ataturk, le convencieron para que se proclamase Shah de Persia, resucitando así un cargo que se remontaba a la milenaria historia Sasánida, y dando origen a una dinastía bajo el nombre de: Reza Shah Pahlevi, que perduró -salvo el interregno revolucionario del doctor Mossadegh en 1953- hasta la revolución islámica de 1979. No había nacido en Irán su primer Shah Pahlevi y no le permitió la revolución ser enterrado en su reino al último. La tumba del último Shah de Persia, descendiente de aquel oficial cosaco, se encuentra en una hermosa habitación de jade verde en la mezquita Rifai del Cairo.
Durante los primeros años de la Revolución Islámica (1979) las relaciones entre la URSS e Irán no fueron buenas. El lema de la revolución iraní era “ni Este, ni Oeste”, el Ayatollah Jomeini buscaba un modelo distinto del occidental y del comunismo.
Tras el estallido de la guerra irano-iraquí (1980-88), la URSS suministró a Iraq la mayoría de sus equipos bélicos y armamentos. Irán por su parte se opuso a la invasión soviética de Afganistán (1979-89), aceptando en su territorio a millones de refugiados y sirviendo de base, junto con Pakistán, para las guerrillas antisoviéticas, los famosos muyyahidines afganos.
La aproximación entre Irán y Rusia se produjo en la última etapa de la Perestroika de Gorbachov y se debió en parte a la labor preparatoria del Ministro de Exteriores iraní Ali Akbar Velayati, quien buscaba salidas al aislamiento en que EEUU y sus aliados europeos y en el Golfo habían sumido a Irán. En Junio de 1989, y como colofón de la labor de Velayati, se produjo la histórica visita que rompería el hielo del Presidente iraní, Hashemi Rafsanyani, a Moscú, durante la cual se firmaron varios acuerdos, entre ellos uno de cooperación militar mediante el cual pronto obtuvo la República Islámica los primeros aviones militares rusos, incluídos los modernos MIG-29 y SU-24, que vendrían a sustituir a los americanos F-4, F-5, F-14, de la época del Shah, para los cuales Irán ya no encontraba ningún país dispuesto a suministrarle repuestos.
El acercamiento parecía más necesario para Teherán y coincidía entonces con el talante aperturista y la eufórica atmósfera de final de la Guerra Fría, que Gorbachov y su Ministro de Exteriores, Eduard Shevarnadze querían dar a la nueva política soviética. Por aquel entonces el acercamiento a Irán no presagiaba que fuera a ser tan importante para Moscú, ya que suponía uno más entre los muchos países con los que la URSS estaba regularizando y mejorando sus relaciones. Otorgando mayor importancia a las mismas con China , visita a Moscú del entonces Presidente Li Pen, con los países de Europa Occidental y con los EEUU de la época Reagan, lo que supuso el fin de la carrera armamentística, justo cuando Reagan pensaba desplegar lo que entonces se llamó Guerra de las Galaxias, un proyecto de interceptación de misiles desde satélites similar al actual proyecto de Escudo Antimisiles.
Tras el colapso de la URSS las relaciones ruso-iraníes continuaron mejorando, producto de lo cual, Irán recibió en los 90 sus primeros submarinos, ante las protestas de EEUU que vieron así desafiado su hasta entonces exclusivo patrullar por las aguas del Golfo Pérsico.
Relación Estratégica :
Con esas palabras describió la creciente cooperación entre ambos países el Embajador ruso en Teherán, cuando en 1996, siendo Evgueni Primakov, Ministro de Exteriores, dedicó esfuerzos a mejorar las relaciones con antiguos aliados soviéticos, a la sazón sancionados por EEUU, como Libia, Iraq e Irán (ver apartado 3. sobre Oriente Medio y 1. sobre Primakov), en respuesta a la ampliación de la OTAN hacia el Este. Es a partir de estas fechas -el ministro de Exteriores iraní, Alí Akbar Velayati volvía a visitar Moscú en marzo de 1996-, cuando el impulso de las relaciones bilaterales ya no sólo parte principalmente de Teherán, sino que se traslada a Moscú. Así, Primakov visitó Teherán en diciembre de 1996. Ambos países estaban alarmado por la rápida victoria de los talibanes en septiembre de 1996.
La cooperación ruso-iraní cosechó uno de sus éxitos regionales al ser ambos países miembros del grupo de observación que facilitó el acuerdo de paz de febrero de 1997 entre el Presidente tadzhiko Emomalí Rajmonov y la oposición armada (UTO).
La elección de Muhammad Jatami como Presidente iraní en mayo de 1997, condujo a un nuevo cambio en las relaciones ruso-iraníes. Jatami abrió una nueva etapa de relaciones con Europa, también hubo algunos acercamientos a EEUU que no dieron fruto, aunque fueron vistos con recelo por Moscú.
En Julio de 1998, Irán probó con éxito un misil de alcance intermedio ShihabIII, lo cual produjo una desairada reacción de Washington. En un informe de la CIA de diciembre de 1998, se afirmaba que “la ayuda rusa había acelerado el desarrollo iraní del ShihabIII”. En enero de 1999 EEUU impuso unilateralmente sanciones contra dos empresas y varios organismos e instituciones de enseñanza rusas. Poco después en un gesto de cesión por parte de Moscú, Yeltsin aseguró que Rusia dejaría de vender “tecnología de doble uso” a Irán.
Cooperación nuclear :
Otro asunto que preocupó a Washington fue la cooperación nuclear ruso-iraní. La misma se inició en 1993, año en que Rusia vendió a Irán un reactor nuclear, lo cual sirvió a Yeltsin para rechazar las críticas de los diputados de la Duma, quienes le acusaban de servilismo respecto a EEUU. Desde entonces la cooperación con Irán se convirtió para los sucesivos gobernantes rusos en un símbolo, en un bastión que pretendía demostrar su independencia con respecto a los EEUU.
La cuestión de la venta del reactor nuclear a Irán fue uno de los principales asuntos tratados en la cumbre de Enero de 19965 entre Clinton y Yeltsin. Los rusos argumentaron que los reactores que iban a ser suministrados a Irán eran del tipo de los ofrecidos por EEUU a Corea del Norte, o sea, no susceptible de uso militar. Además dichos reactores estaban supervisados por la Agencia Internacional de la Agencia Atómica (AIEA). Mientras tanto, la construcción del reactor de Bushehr ha continuado y se espera que esté completado el año 2003.
Los rusos no han cedido, pues, ante las presiones de EEUU ; aún en los peores momentos de la crisis económica rusa y de su endeudamiento con el FMI -que duró desde 1998 y hasta la subida de precios del crudo, además la amortización de la deuda está prevista para el 2002-. En aquel período se especuló en círculos americanos y moscovitas con la posibilidad de suprimir la cooperación entre Rusia e Irán, a cambio de una compensación financiera para Moscú, pero aún entonces fue imposible, no sólo por el prestigio e imagen de independencia en política exterior con respecto a EEUU, que aporta al Kremlin de cara a su propia población, la cooperación con Irán ; sino porque según declaró el analista ruso Serguei Karaganov : “el campo nuclear cuenta con un lobby muy sólido en Moscú”. Un personaje clave en la constitución de dicho lobby de intereses fue Adamov, el ministro de Energía Atómica con Yeltsin.
Con respecto al primer factor de imagen reproduciré las declaraciones en el año 2000 siendo ya Presidente Putin del entonces secretario del Consejo de Seguridad y hoy ministro de Defensa Serguei Ivanov : “Rusia no se dejará influir por nadie (léase EEUU) en su decisión de continuar su cooperación nuclear con Irán”.
En síntesis:
Los EEUU deseaban y aún hoy (Sept/2001) desean con menor vehemencia y capacidad de presión, que Rusia reduzca su cooperación con Irán, tanto en instalación de reactores nucleares, como en el suministro y venta de armas y en la posible transferencia de tecnologías de doble uso civil y militar. Transferencia de tecnología en la que Rusia -insisto- asegura no estar incurriendo, por estar realizando un control escrupuloso al respecto.
EEUU no queda convencido del todo de ello, pues pese a los controles de las entidades gubernativas rusas sobre los suministros estatales a la República Islámica existen en paralelo a dichas ventas oficiales, filtraciones de otras tecnologías, vía mafia o contactos directos efectuados por los iraníes en territorio ruso.
Pasados unos meses de la llegada a la Presidencia de Putin, se produjo el cese del Ministro de Energía Atómica, Adamov, uno de los poquísimos sustituidos por el nuevo Presidente ruso. Esto supuso un golpe para el excesivo poder que en política exterior e interior tenía el lobby nuclear, los atomshiki dicen en ruso, y hubo también comentarios en la prensa rusa que consideraban a Adamov, como vinculado a casos de corrupción, pudiendo algunos de ellos llevar a una trama iraní de intercambio de sobornos por tecnología no autorizada.
En conclusión :
Rusia, ha incrementado su vigilancia sobre transferencia de tecnologías que pudieran violar los acuerdos internacionales vigentes sobre no proliferación de armas de exterminio masivo, pero no parece dispuesta a sacrificar su soberanía en política exterior y sus intereses comerciales, a diferencia de algunos países europeos; solo porque EEUU sea uno de los pocos países del Mundo, junto a su incondicional Gran Bretaña e Iraq (su ex adlátere en la guerra de agresión contra Irán de 1980-88) que mantiene una relación de enemistad hacia Irán.
El oleoducto :
1. El proyecto americano
Otro asunto que contribuyó al acercamiento ruso-iraní fue su común oposición a los esfuerzos de EEUU por promover la construcción de un oleoducto entre Bakú y el puerto turco de Ceyhán en el Mediterráneo. El fin de éste oleoducto sería transportar el petróleo del Caspio y en un futuro también del Asia Central
- también existe un proyecto de gasoducto desde Turkmenia a Bakú - hacia Europa y otros mercados, sin atravesar el territorio ruso ni el iraní.
Tanto Moscú, como Teherán ven con recelo el acercamiento de Azerbaidzán y Georgia, países ambos por los que debería discurrir el proyectado trazado del oleoducto, a la OTAN.
Añadamos que en la cumbre de la OSCE celebrada en Estambul el 18 de noviembre del 99, se decidió proseguir con el citado proyecto. También, y bajo égida americana se produjo la denominada “declaración intergubernamental de intenciones”, aprobada en el mismo encuentro de Estambul, en la cual los estados centroasiáticos, EEUU, Turquía y Georgia y Azerbaidzán se comprometían a favorecer la construcción de un gasoducto entre Turkmenia y Turquía que seguiría el trazado del oleoducto.
¿Por qué ese acuerdo para la construcción del gasoducto junto al oleoducto?
Para hacer rentable al oleoducto.
El Departamento de Estado estadounidense había convertido en una prioridad geoestratégica la construcción del oleoducto, pero las empresa petroleras americanas con intereses en la región (Texaco y Chevron entre otras) ya le habían advertido que la construcción y explotación del mismo no se amortizaría hasta pasados varios años, además del riesgo añadido que supone la inestabilidad política y los conflictos étnicos del Cáucaso, por lo cual para ellas era preferible seguir con la explotación de yacimientos en los países árabes o que la Casa Blanca levantase su boicot a Irán y el oleoducto se construyese atravesando territorio iraní hasta el puerto de Bandarabás en el Golfo Pérsico. Solución ésta última, de momento no aceptada por el Gobierno de EEUU, quien sólo tímidamente intentó mejorar sus relaciones con Teherán. La otra solución propuesta por las petroleras era que el Gobierno americano subvencionase el elevado coste que supondría la construcción del oleoducto, pero resultó inaceptable para la Casa Blanca. Durante los meses que se prolongaron estas arduas negociaciones para hacer económicamente viable el oleoducto, se produjo la defección de la británica BP, la cual proclamó abiertamente que renunciaba a participar en el proyecto del oleoducto, denominado en ruso Transtek, por no resultar éste rentable.
La solución ideada por EEUU fue el asociar a la construcción del mismo, un gasoducto, así los costes de construcción se compartirían y el alto precio del gas haría rentable el proyecto conjunto. Era una solución perfecta que garantizó durante algunos meses la viabilidad económica del proyecto, hasta que Moscú reaccionó.
2. La respuesta ruso-iraní :
Moscú ya estaba preocupado con los proyectos americanos para conseguir exportar petróleo de los países ex soviéticos, eludiendo el paso por territorio ruso, luego marginando a Rusia de lo que para ella había sido históricamente unas regiones de su influencia y para su comercio en condiciones de exclusividad y sin competencia externa alguna.
Pero la “declaración interestatal de intenciones” de Estambul, que añadía al oleoducto la construcción de un gasoducto evitando también territorio ruso, causó verdadera alarma en el Kremlin; pues el mismo, no sólo amenazaba la forma de exportación vigente del gas turkmeno, a través de los gasoductos del monopolio ruso Gazprom ; sino que convertía en no rentable otro proyecto ruso para tender un gasoducto sobre el fondo del Mar Negro y vender gas a Turquía, me refiero al llamado proyecto Blue Stream.
Ante este intento americano de marginarles del mercado energético en sus propias regiones, Rusia e Irán reaccionaron en una forma que hace sospechar la existencia de una coordinación en su respuesta.
Así, y conforme hemos dejado explicado, al no ser rentable la construcción del gasoducto tampoco lo sería la del oleoducto, al ligar EEUU la financiación de ambos proyectos, se colocó en trance de permitir a Rusia derribar “ambos proyectos de un solo tiro”, con apuntar solo contra uno de ellos.
Pero como si la acción rusa hubiese sido de por sí poco contundente para desbaratar el proyecto del gasoducto americano, Irán anunció a mediados del 2000, que aumentaría las importaciones de gas turkmeno en un 150% y paralelamente disminuyó en un 30% el coste por el transporte y usufructo de sus oleoductos, en un intento por ofrecer vía Irán a las petroleras un camino más económico para la exportación del petróleo del Caspio, y así facilitar el que se desvinculasen del proyectado oleoducto Bakú-Ceyhan. Estas rebajas en los costes del transporte de crudo resultaban especialmente interesantes para Azerbaidzán, Kazajstán y Turkmenia, quienes han visto en la ruta iraní la más barata y segura para exportar sus agentes energéticos.
Cooperación en Defensa :
El año 2000 fue un año clave en el desarrollo de la cooperación militar irano-rusa. En Julio de aquel año una delegación militar rusa visitó Teherán, encabezada por el coronel general Leonid Ivashov, y durante la visita de la misma se suscribieron acuerdos para intercambiar información y celebrar consultas periódicas entre ambos Estados Mayores sobre cuestiones militares y políticas de interés común. Se describía que se trataba de “identificar amenazas para ambos países” y “sobre los métodos para neutralizarlas”. SE sobreentiende en ello una cita velada a la expansión de la OTAN en el Este europeo, Asia Central y el Cáucaso -especialmente su acercamiento a Georgia y Azerbaidzán-. Además de la OTAN son de preocupación común la situación en Oriente Medio y Afganistán.
Poco después el nuevo Presidente ruso, Vladimir Putin, dió orden de que se comunicase al Departamento de Estado estadounidense, que Rusia daba por concluido el acuerdo alcanzado entre Chernomirdin y Al Gore en Washington en 1995, por el cual Rusia se había obligado a no suministrar a Irán, tanques, submarinos y otros tipos de material militar. Dicho acuerdo había sido alcanzado durante la Presidencia de Yeltsin y sobre las contrapartidas que recibían los rusos se ha especulado mucho en la prensa moscovita, algunas de las que se han comentado son : ventajas para Gazprom en el mercado y bolsas americanas, congelación del proyecto del oleoducto Bakú-Ceyhan, actitud proamericana de Yeltsin, etc.
Dos meses después de dicha anulación, en ese mismo año, y siguiendo el éxito de la visita de la anterior delegación, el entonces ministro de Defensa Igor Sergueyev visitó Irán. Primera visita de un ministro de Defensa ruso desde la revolución islámica de 1979. Sergueyev declaró que “la cooperación ruso-iraní constituía una buena base para la seguridad en la región”.
Tras la visita Irán compró a Rusia los modernos misiles antiaéreos S-300, helicópteros MI-17, cazabombarderos SU-25 y carros de combate.
El comentario del entonces portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Philip Reeker, fue que estaba “particularmente molesto”, se amenazó a Rusia con imponerle sanciones y se envió a Moscú un equipo de expertos militares para celebrar conversaciones sobre lo ocurrido. El propio Presidente ruso había advertido que Rusia deseaba mantener buenas relaciones con EEUU, pero que no pensaba sacrificar para ello sus relaciones con Iraq e Irán.
En Marzo del 2001 se produjo la visita a Moscú del Presidente iraní Jatami. Ambos países firmaron en el transcurso de la misma nuevos acuerdos militares y sobre uso civil de la energía nuclear. Existen ya suscritos varios acuerdos militares, políticos, científicos y tecnológicos.
El vicepremier Klebanov está muy vinculado con la industria de Defensa y las FAS rusas, hasta el punto de que su nombre sonaba aún como posible sustituto de Sergueyev en la cartera de Defensa, pocos meses antes de que se nombrase al actual ministro : Serguei Ivanov, procedente del Consejo de Seguridad. (Quedando este último órgano a cargo del ex ministro de interior Rushailo).
Pues bien, Klebanov ha anunciado en Abril del 2001 el suministro de sistemas antiaéreos a Irán. Un avance más en la cooperación ruso-persa, lo cual supondrá otro motivo más de desavenencia con EEUU.
El Mar Caspio :
Irán y Rusia coinciden también en considerar el status del Caspio como un lago interno con uso compartido de su superficie y recursos, conforme a un acuerdo ruso-iraní de los años 20, y no como un mar, con lo que pretenden evitar la correspondiente delimitación de aguas territoriales, que era deseada por las ex repúblicas soviéticas.
Ese mutuo apoyo y coincidencia ha ayudado a Rusia a forzar a Kazajstán a aceptar acuerdos ventajosos para ella, sobre la explotación del fondo marino del Caspio, de su subsuelo rico en yacimientos, así como sobre delimitación de las aguas de superficie. Ya que Kazajstán tenía urgencia por delimitar sus zonas a fin de que la petrolera americana Chevron, entre otras mixtas, pudiese iniciar la prospección de pozos petrolíferos, sin el riesgo de que Rusia reclamase los recursos del subsuelo.
Igualmente Irán consigue con este argumento jurídico dificultar la construcción de un gasoducto desde Turkmenia a Azerbaidzán que transcurriese sobre el fondo del mar Caspio.
Conclusión :
Las relaciones bilaterales han demostrado ser beneficiosas para Rusia e Irán. Para la primera, Irán es un importante mercado de armas y equipos industriales y nucleares, además de un aliado político para impedir el excesivo control de EEUU en el Golfo Pérsico, así como la penetración -vista como intrusión- de empresas petrolíferas y de la OTAN en el Cáucaso y Asia Central. Rusia ha contado con un aliado antiamericano, para evitar la pérdida de influencia en sus ex territorios, especialmente en Turkmenia y Azerbaidzán, y un aliado para estabilizar Tadzhikistán y frenar conjuntamente a los talibanes e integristas sunníes en la región.
Antonio Romea