El vicepresidente sirio, Abdel Halim Kaddam y Ariel Sharon se han acusado mutuamente de estar detrás del macroatentado que costó la vida al multimillonario y líder opositor libanés Rafic Hariri, y a siete de sus guardaespaldas. Parece que habrá una investigación del gobierno libanés con expertos internacionales neutrales (lo cual excluye a EEUU), probablemente suizos u otros europeos.
Sharon ha dejado claro lo que desea: la retirada de los 14.000 efectivos sirios del Líbano, que el Ejército libanés controle la frontera Sur de ese país y obligue así a Hezbollah a cesar sus esporádicos ataques contra Israel, y que Damasco deje de alojar a dirigentes de grupos armados palestinos (Hamás, y los marxistas del Frente Popular).
Por su parte Siria desea que Israel le devuelva la meseta del Golán, ocupada por éste desde la guerra del 73, ocupación que además priva a Siria del acceso a los recursos hídricos del lago Tibériades y del río Jordán. Y para lograrlo, a Siria le resulta muy útil seguir manteniendo sus tropas en el Líbano y favorecer en Beirut un gobierno afín.
¿Por qué? Porque el Líbano es el talón de Aquiles de Israel.
En el Líbano se inició una guerra civil entre cristiano-maronitas y musulmanes en 1975. En 1977 Siria interpuso sus tropas que acabaron enfrentándose a las cristianas en febrero de 1978, quince días después el Ejército israelí invadía el Líbano en ayuda de los cristianos, hasta llegar a Beirut (recordemos las matanzas de Shabra y Chatila de 1982).
Pese a las pérdidas iniciales de Siria, ésta consigue aglutinar a grupos armados palestinos y chiítas, y gana terreno a la influencia israelí. En 1989 los acuerdos de Taef, ponen punto final a la guerra civil libanesa, todas las facciones (maronitas, drusos, sunníes y chiítas) se desarman, y los poderes políticos se reparten. Los cristianos pasan a ser oposición y se ratifica una alianza estratégica entre Damasco y Beirut.
Aún después de estos acuerdos, Israel mantuvo ocupado el sur del Líbano, hasta abril del 2000, fecha en que finalmente se vio obligado a retirarse por la presión de Hezbollah, una milicia chiíta que no existía durante la guerra civil y que surgió y cobró fuerza en los territorios sureños ocupados por Israel. Hezbollah contó y cuenta con el apoyo de Siria e Irán. Fue la primera derrota militar de Israel. Sólo veintidós años después de que entrara en el Líbano, Israel fue forzado a cumplir con la resolución 425 promulgada por la ONU en 1978 y que le exigía retirarse del país vecino.
En Líbano, un país que salía de una guerra civil, con su Ejército descompuesto y su parte Sur tanto tiempo invadida por Israel, la presencia militar siria ha sido un factor estabilizador, pero hace tiempo que la oposición –a la que con los años se han sumado también muchos musulmanes, como fuera el asesinado Rafic Hariri-, viene pidiendo la retirada también de las tropas sirias.
Con la trágica muerte de Hariri, y las acusaciones a Siria de estar detrás de ello, la cuestión de sus tropas en Líbano ha pasado de ser un debate de política interna libanesa, a serlo de política internacional. Y casualidad o no, este atentado ha ocurrido justo al poco tiempo de que la ONU adoptase la reciente resolución 1.559, pidiendo a Siria que abandone el Líbano. Cosa que no ha pedido el Gobierno libanés.
¿A quién beneficiará pues, el asesinato de Hariri en Beirut? Desde luego no a Siria.
Los dirigentes sirios han acusado veladamente a Israel de estar detrás del atentado.
El ministro sirio de Información, Mahdi Djlala, declaró que el mismo sólo convenía a los “enemigos del Líbano” y también que Israel es “único que se beneficia de la debilidad del Líbano”. “Esto no beneficia a mi país” –afirmó otro mandatario sirio. El aliado sirio y líder de Hezbollah, jeque Nasrallah, declaró que ésta muerte era una pérdida para todos los libaneses, porque con Hariri se perdía “un gran puente, que servía para lograr el entendimiento y el consenso” entre la dividida sociedad libanesa.
Parece que estuviésemos ante una reedición de la reciente Historia del Líbano, décadas después se vuelven a configurar, con algunas variaciones, los grupos que se enfrentaron en la guerra civil: Siria apoya al Gobierno libanés e Israel simpatiza con la oposición a la que se han sumado los drusos de Walid Jumblat y que pide la retirada del Ejército sirio.
Esta reedición del conflicto libanés ha sido solo posible después de que Bush invadiese Iraq, y la balanza de fuerzas en Oriente Medio cambiase. Quizá Israel tenga ahora la oportunidad de recuperar su influencia sobre el Líbano y obligar a Siria a renunciar a la meseta del Golán.
Pero para ello resulta fundamental llamar la atención de los americanos sobre Siria, antes que sobre Irán. Pues Condolezza Rice, está ahora empeñada en buscar armas de destrucción masiva (esta vez nucleares) en Irán. La presión diplomática de Bush se estaba centrando exclusivamente sobre Irán.
Al fin y al cabo, vivimos en una época de expansión americana a costa de los países que antaño eran protegidos de la URSS, y obviamente Israel quiere que antes de que EEUU se embarque en la aventura iraní, le ayude a ajustar cuentas con su enemigo más peligroso, Siria. Eso explica la repentina atención que se ha desatado, y previsiblemente seguirá aumentando por Siria. La oposición libanesa espoleada por este atentado, se ha manifestado abiertamente contra la presencia siria . Las primeras sanciones económicas de EEUU contra Siria ya se han anunciado.
Sin embargo, no creo que EEUU hubiese buscado abrir dos frentes al mismo tiempo, pues no deseaba lo que ha ocurrido: la creación de un frente común Irán-Siria.
Antonio Romea.
Arabista, fue director del Instituto de Estudios Internacionales de la U. Complutense en Moscú. Residió en Siria y Líbano en 2001.
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