¿Quién está detrás de los atentados sectarios en Irak?
«En un país en guerra de guerrillas, donde son muchos los grupos armados, que apoyan o la ocupación o la resistencia, resulta muy fácil colocar un coche bomba que estalle indiscriminadamente»
ANTONIO ROMEA/ARABISTA Y ANALISTA DE POLÍTICA INTERNACIONAL
Es la gran pregunta que se están haciendo todos en Irak: ¿Quién está detrás de los atentados sectarios? Una de las líneas de investigación que desarrolla la Policía en el esclarecimiento de cualquier crimen -y crimen es el asesinato de civiles aun en tiempos de guerra- es la de a quién beneficia ese asesinato. Tampoco conviene desechar esta vía al analizar la política internacional y más aún en el complejo y a la vez sutil Oriente Medio.
Desde el jueves 23 de febrero, cuando fue volada la emblemática mezquita dorada chií de Samara, nos siguen llegando horrendas imágenes de atentados con coches bomba contra barrios y plazas públicas habitados y frecuentados por chiíes. Después nos llega por los teletipos de las agencias de prensa -en su mayoría estadounidenses- la idea de que estamos al borde de una guerra civil en el ocupado Irak, ya que suponen que los líderes chiíes, de seguir este ritmo de atentados, no podrán retener por mucho tiempo a sus milicias armadas y éstas iniciarán una vendetta indiscriminada contra sunníes. De hecho, ya se han producido algunos ataques contra mezquitas y un político sunní. Son más de 400 en una semana las víctimas de esta violencia que no tiene que ver con los habituales ataques de la resistencia contra puestos de Policía, organismos oficiales y tropas de EE UU.
A través de las televisiones árabes pude seguir los sermones de los ulemas en la oración del viernes no sólo en Irak sino también en los países musulmanes vecinos. Sorprendente unanimidad, todos llamaban a la calma e insistían en que Sunna y Shía pertenecen a una misma religión, el Islam, y los iraquíes a una misma nación. Hasta el líder chií Muqtada al-Sadr, opuesto a la ocupación americana, llamó a sus milicianos a asistir a una oración conjunta en mezquitas sunníes, y a manifestarse por la unidad del país y el fin de la ocupación.
Añadía un ulema de Qatar que había algo aún peor que la invasión y la guerra -que ha causado ya la muerte de 30.000 civiles, según Bush, y de 190.000, según periodistas iraquíes- y sería una guerra civil, una harb ahliya entre iraquíes. El presidente de la Asociación de Musulmanes de Irak, por su parte, llamaba a evitar lo que él denominaba una fitna o cisma. Pero palabras aparte, en lo que casi todos coincidían era en llamar la atención de los creyentes sobre a quién beneficiaría esa división y guerra entre hermanos. Así, sin mencionarlo explícitamente, apuntaban al antiguo lema bélico Divide y vencerás. ¿A qué se referían? Lo vino a decir abiertamente el mismo ulema sunní cuando el día 1 acusó a EE UU de conspirar para provocar una guerra entre religiones. Esa misma acusación había llegado también desde el primer ministro del régimen chií del vecino Irán.
El presidente de EE UU no ha conseguido legitimar su invasión ni la posterior ocupación ante la sociedad civil iraquí, por no hablar de la guerra que lleva a cabo la resistencia, que parece lejos de menguar. Después, y como cada vez que se aplica de verdad la democracia en Oriente Medio, los electos no suelen resultar ser los amigos de América. Otro ejemplo se ha visto en Palestina. Así las cosas, la retirada del Ejército americano de Irak será cuestión de tiempo, y si para entonces no se hubiese conseguido dejar en Bagdad un gobierno amigo de EE UU, las compañías estadounidenses que han obtenido grandes concesiones en la reconstrucción -una próxima a Dick Cheney en el puerto de Basora-, el petróleo -firmas ligadas a conocidas familias tejanas-, suministros, armamento y telecomunicaciones tendrían que salir detrás de las tropas, sufriendo un grave quebranto económico.
Todas las grandes empresas mantienen en Irak sus propios ejércitos privados, disfrazados de empresas de seguridad. Están compuestos por mercenarios eslavos, italianos y angloamericanos, y tienen nombres como Black Waters. En esa confluencia de intereses se encontraría también Israel, país que podría estarse jugando su propia supervivencia si fracasa la aventura neocolonial de EE UU en Oriente Medio. No olvidemos que sus comandos especiales fueron los primeros en tomar una base de misiles iraquíes próxima a Jordania, nada más iniciarse la guerra. Es también conocida para quienes sigan el asunto con atención la operatividad del Mossad y otros servicios israelíes para realizar atentados en la región, y se les atribuyen asesinatos incluso en una capital que le es tan hostil como Damasco.
Sin embargo, si comenzase una guerra civil, sería más comprensible la necesidad de mantener la presencia militar americana como árbitro y garante de la seguridad, y también si a consecuencia de dicha guerra se configurasen dos (o tres, con uno kurdo) Estados enemigos entre sí -como ocurrió con Yugoslavia-. Además Israel respiraría tranquilo por décadas.
En un país en guerra de guerrillas, donde son muchos los grupos armados, que apoyan o la ocupación o la resistencia, resulta muy fácil colocar un coche bomba que estalle indiscriminadamente contra los transeúntes de un barrio chií. No obstante, para decepción de los terroristas y desmentido de algunos medios poco rigurosos, una reacción chií a escala relevante no se ha producido, salvo vendettas menores, como el linchamiento de siete activistas sunníes no iraquíes. Estos radicales sunníes extranjeros son yihadistas, fanáticos, idealistas o mercenarios que han ido a Irak para combatir contra la presencia americana y algunos considerasen un modo de hacerlo el realizar esos atentados contra chiíes.
Además existe una fuente de mercenarios free lance'iraquíes y extranjeros conectados con los poderosos grupos delictivos que se dedican al secuestro y la extorsión, prácticas sufridas por muchos más iraquíes que occidentales. En cuanto al entorno de los recién creados policía y ejército iraquíes, cuyos miembros son blanco habitual de la resistencia, sus tropas de elite (mayoritariamente chiíes) han sido acusadas por algunos clérigos de vengarse y atentar contra mezquitas sunníes. Como vemos hay tantos intereses como agentes con capacidad letal sobre el terreno. Y cuando el objetivo de los ataques es matar a civiles de forma indiscriminada, es lícito preguntarse para qué y qué se pretende con ello. Y también sería deseable que se diese acceso a investigadores internacionales neutrales para desentrañar estos atentados sectarios.